Formación
La formación atiende a los siguientes campos: humana, cristiana, religiosa y Carismática, con las siguientes etapas:
Inicial
La formación inicial en la comunidad es un proceso personal y comunitario a través del cual la joven vocacionada descubre la voluntad de Dios en su vida, en orden a la configuración de su ser en Cristo, según la Espiritualidad y Carisma propios de la Comunidad.
La joven vive en comunidad y asume este proceso y sus exigencias, consciente, libre y responsablemente. Asume con alegría la dinámica formativa desde el encuentro con el Señor a través de la oración, la liturgia, el compartir fraterno, el estudio, la experiencia apostólica, el deporte y la recreación. Cuenta con el acompañamiento de las hermanas y la espiritual y psicológica para afianzar su opción vocacional, por lo cual, es indispensable que la joven recorra este camino consciente de su historia y realidad personal, su identidad femenina y cultural, para descubrir el paso salvador de Dios en su vida y construir escenarios y experiencias comunitarias vitales, de comunión, fraternidad y paz desde la pluralidad humana, cultural y étnica.
Este camino formativo consta de las siguientes etapas: Aspirantado, Postulantado, Noviciado y Juniorado; cada una de estas etapas tiene su propia identidad y objetivos:
Postulantado:
*Transición de la vida secular a la vida religiosa.
*Profundización del compromiso cristiano.
*Conocimiento del carisma, aproximación a las obras de la comunidad.
Juniorado:
*Crecimiento y maduración para optar por constituirse en religiosa de la Comunidad de Nuestra Señora de la Paz.
*Compromiso radical de la experiencia de seguimiento de Jesús.
*Identificación como constructoras del Reino siendo Signos e Instrumentos en la vivencia de la paz.
Aspirantado:
*Busqueda del sentido de la vida, de su ubicación en la vida y en la Iglesia.
*Despertar Vocacional.
*Discernimiento y opción vocacional.
Noviciado:
*Conocimiento de exigencias básicas y primarias de vida religiosa.
*Búsqueda de la perfección en la caridad y ejercitación de la misma.
*Práctica de la Castidad, Pobreza y Obediencia según el espíritu de la comunidad.
Permanente:
Todas las hermanas de la Comunidad deben compartir la responsabilidad de la formación dentro de un sentido de pertenencia en el compromiso mutuo de velar por la fidelidad de la vocación.
Formación Para La vida Consagrada.
“Revestíos del Hombre Nuevo, creado a imagen de Dios en justicia y en santidad verdadera” (Ef 4,24).
La formación es prioridad en el proceso de fe y, sobre todo, en la vida religiosa. La calidad de vida de un Instituto depende de la formación de sus miembros. Por eso, es necesario saber en qué consiste la formación para la vida religiosa, para no caer en la tentación de buscar aquello que puede contribuir a una preparación técnico-profesional, pero que nada tiene que ver con la formación auténtica para este estilo de vida.
Casi todos los documentos de la Iglesia dan la misma definición de formación: “la formación permanente en la vida religiosa tiende a la configuración con Jesucristo Redentor. Exige y es, al mismo tiempo, un proceso continuo de renovación que abarca todas las dimensiones de la persona a lo largo de su vida. Abarca también todas las dimensiones de la comunidad y de la misión y comporta un compromiso personal y comunitario”.
Está claro, entonces, que si la formación acompaña nuestro proceso de fe hasta que Cristo se haya formado en nosotros, y nuestro proceso de consagración para vivir pendientes de la voluntad del Padre, haciendo bien a la humanidad, todo lo que no entra dentro de esta definición, podrá ayudarnos a conseguir motivaciones particulares o deseos inconfesados de realización, pero ello no tendrá nada que ver con un progresivo itinerario de fe que nos conducirá a una configuración con el Cristo de la pascua, en su entrega al Padre y a la humanidad necesitada.
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